Propuesta para mejorar la motivación en el aula
La elaboración de nuestra
propuesta instruccional va dirigida fundamentalmente hacia los tres elementos
clave que integran la Situación Educativa, profesor, alumnos, contenido. Consideramos la Situación Educativa como el escenario real donde
tiene lugar el proceso de enseñanza-aprendizaje a través de una amplia gama de
interacciones entre los tres elementos clave (Rivas, 1997). Por tanto,
representa el contexto inmediato en donde el niño/a aprende y aunque somos
conscientes de la influencia de otros contextos más amplios en el aprendizaje
escolar, concretaremos nuestra propuesta al contexto de la clase.
Para aplicar nuestra propuesta
de desarrollo motivacional distinguimos tres momentos en la Situación
Educativa, sobre los que dirigiremos la intervención: antes, durante y después del proceso instruccional en el aula. Cada uno de
estos momentos presenta características instruccionales distintas lo que
requiere estrategias motivacionales también distintas. El momento antes se correspondería con la
planificación o diseño de instrucción que realiza el profesor para su
implementación posterior en el aula. El momento durante se identifica con el clima de la clase, abarcando
una amplia gama de interacciones, y se correspondería con la puesta en práctica
del diseño de instrucción anteriormente elaborado. El momento después correspondería a la evaluación final,
así como a la reflexión conjunta sobre el desarrollo del proceso de
enseñanza-aprendizaje seguido, que permita corregir errores y afrontar nuevos
aprendizajes.
1.- Actuaciones instruccionales a realizar antes de
la clase.
En primer lugar sería
conveniente realizar un diagnóstico previo a la planificación del proceso
instruccional para conocer las expectativas y las necesidades de los
estudiantes, también sus posibilidades y limitaciones. Solamente partiendo de
estas condiciones se pueden generar estrategias motivadoras en el aula.
Para que el nuevo aprendizaje
resulte intrínsecamente motivador y los estudiantes se impliquen en la
construcción activa de nuevos significados se apuesta por una planificación
sistemática y rigurosa de las situaciones de enseñanza por parte del profesor que, como
afirma Coll (1989), debe contemplar al menos tres aspectos: las características
de los contenidos objeto de enseñanza y los objetivos correspondientes, la
competencia (el nivel evolutivo y los conocimientos de partida) de los alumnos,
y los distintos enfoques metodológicos que es posible adoptar (presentar de
forma atractiva la situación de aprendizaje) para facilitar la atribución de
sentido y significado a las actividades y contenidos de aprendizaje.
Hay que programar para
garantizar probabilidades de éxito. El profesor debe ser provocador de éxito no
de fracaso. Hay que ofrecer éxito para que el alumno no aprenda de la
frustración sino del éxito.
2.- Actuaciones instruccionales a realizar durante la
clase.
Otras de las actuaciones del
profesor para mejorar la motivación de sus alumnos estarían orientadas a crear
un clima afectivo,
estimulante y de respeto (García, 1993b) durante el proceso de
instruccional en el aula. Generar un clima afectivo significa conectar
empáticamente con los alumnos, esto puede lograrse a través de una serie de
técnicas o pautas de comportamiento como: dirigirse a los alumnos por su
nombre, aproximación individualizada y personal, uso del humor (permite una
mayor distensión), reconocimiento de los fallos, etc.
En toda organización social
debe de existir respeto entre las personas interactuantes. El profesor debe
creer en el alumno y viceversa. Si se pierde el respeto se pierden muchas otras
cosas.
Hay muchas formas de crear una
clima instruccional que resulte estimulante para el aprendizaje. Una manera de
estimular al aprendizaje consiste en romper con la monotonía del discurso
creando continuamente desequilibrios cognitivos. Las películas de
"suspense" nos mantienen atentos a la pantalla porque crean
desequilibrios de forma continuada, los docentes también los tienen que crear
en el aula preguntando, generando interrogantes, etc. Otra forma de estimular
el interés de los estudiantes es relacionando el contenido con sus
experiencias, con lo que conoce y le es familiar. También resulta estimulante
envolver a los estudiantes en una amplia variedad de actividades en donde se
fomente la participación, el trabajo cooperativo y se utilice material
didáctico diverso y atractivo.
3.- Actuaciones instruccionales a realizar después de
la clase.
En primer lugar hay que tratar
de evitar o aliviar las emociones negativas como la ansiedad-estrés que
aparecen en las situaciones de control o examen como lo demuestran
investigaciones que hemos realizado sobre el tema (Doménech, 1995; Rivas,
1997). En ese sentido, resulta muy recomendable la "evaluación
criterial" que pone el acento sobre los propios logros de los
alumnos/as", evitando comparaciones en torno a la norma, y permite valorar
el esfuerzo personal realizado, teniendo en cuenta sus posibilidades y
limitaciones.
Periódicamente, después de
finalizar la clase, resulta muy interesante realizar autoevaluaciones
conjuntas, profesor y alumnos, sobre el desarrollo del proceso instruccional
seguido, expresando de forma sincera las emociones y sentimientos
experimentados durante el desarrollo de la clase, así como el reconocimiento de
los fallos. También es conveniente generar nuevos interrogantes (desequilibrios
cognitivos) después de cada lección que estimulen en los alumnos el deseo
continuado de aprender.
Estas y otras actuaciones del
profesor van dirigidas a evitar los repetidos fracasos que experimentan los
sujetos en el aprendizaje, no tanto por sus aptitudes como por su falta de
motivación, que les llevan a desarrollar creencias de falta de competencia, que
a su vez, conllevan bajas expectativas de logro y como consecuencia escasa
implicación en las tareas y un bajo rendimiento escolar.
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