VARIABLES CONTEXTUALES DE LA MOTIVACIÓN
Habitualmente la motivación
académica ha sido tratada desde la perspectiva de la persona; es decir como una
variable personal y haciendo referencia a los componentes que la integran
(autoconcepto, atribuciones causales y metas de aprendizaje, emociones, etc.),
sin prestar demasiada atención a los factores contextuales y en el modo en que
éstos pueden influir en la motivación. Sin embargo, es importante señalar que
estas variables personales que hemos tratado están estrechamente condicionadas
por el ambiente en el cual el niño/a desarrolla su actividad.
A) Influencia de las variables contextuales en el
autoconcepto.
Es un hecho constatado la
importancia que tienen las interacciones sociales que el estudiante mantiene
con los otros significativos (padres, profesores y compañeros) en el desarrollo
del autoconcepto, ya que, la información que el estudiante recibe de ellos le
condiciona para desarrollar, mantener y/o modificar su autoconcepto, lo que
repercutirá posteriormente en su motivación y rendimiento académico (García,
1993a).
El papel del profesor es
fundamental en la formación y cambio del autoconcepto académico y social de los
estudiantes. El profesor es la persona más influyente dentro del aula por tanto
el alumno valora mucho sus opiniones y el trato que recibe de él. Un niño que
sea rediculizado ante sus compañeros, que reciba continuas críticas del
profesor por sus fracasos, cuya autonomía e iniciativa se anula
sistemáticamente está recibiendo mensajes negativos para su autoestima. En
cambio, un alumno a quien se le escucha, se le respeta y se le anima ante el
fracaso esta recibiendo mensajes positivos para su autoestima.
El papel que juegan los
iguales también es muy importante, no sólo porque favorecen el aprendizaje de
destrezas sociales o la autonomía e independencia respecto del adulto, sino
porque ofrecen un contexto rico en interacciones en donde el sujeto recibe gran
cantidad de información procedente de sus compañeros que le servirá de
referencia para desarrollar, mantener o modificar su autoconcepto tanto en su
dimensión académica como social. Por ejemplo, la valoración que el sujeto hace
de su propia competencia académica (autoeficacia), esta en función de los
resultados escolares que obtiene y del resultado del proceso de compararse con
sus compañeros, lo que determinará sus expectativas de logro y su motivación.
En definitiva, podemos afirmar
que tanto la actuación del profesor como las interacciones académicas y
sociales de los alumnos juegan un papel importante en el desarrollo del
autoconcepto.
B) Influencia de las variables contextuales en las
metas de aprendizaje adoptadas.
El tipo de meta que los
alumnos persiguen depende tanto de los aspectos personales como de los
situacionales (Dweck y Leggett, 1988). Según Ames (1992) entre las variables
situacionales que influyen en las metas que persiguen los alumnos, cabe destacar
una serie de elementos relacionados con la organización de la enseñanza y la
estructura de la clase: el sistema de evaluación, la actitud del profesor, la
organización del aula, el tipo de tareas, etc. Todas estas variables
situacionales son agrupadas por Ames (1992), en tres dimensiones: el diseño de
tareas y actividades de aprendizaje, las prácticas de evaluación y la
utilización de recompensas, y la distribución de la autoridad o de la
responsabilidad en la clase.
Como la organización y la
estructuración de la enseñanza es de responsabilidad exclusiva del profesor, se
deduce que es éste el que con su actuación instruccional determinará el que los
estudiantes adopten un tipo de metas u otras.
C) Influencia de las variables contextuales en las
emociones de los estudiantes.
Hemos señalado anteriormente
que el componente afectivo recoge las reacciones emocionales de los estudiantes
ante la tarea. El tipo de emoción que experimenta el alumno en la realización
de la tarea viene determinada fundamentalmente por las características propias
de la tarea y, en particular, por el contenido de la misma y la estrategia
metodológica diseñada por el profesor para su realización.
En ese sentido, para que el
alumno/a se sienta motivado para aprender unos contenidos de forma
significativa es necesario que pueda atribuir sentido (utilidad del tema) a aquello que se le propone.
Eso depende de muchos factores personales (autoconcepto, creencias, actitudes,
expectativas, etc.), pero fundamentalmente depende de cómo se le presente la
situación de aprendizaje, lo atractiva e interesante que le resulte al
estudiante para implicarse activamente en un proceso de construcción de
significados. Que el alumno este motivado para aprender significativamente
también requiere la existencia de una distancia óptima entre lo que el alumno ya sabe y el nuevo
contenido de aprendizaje. Si la distancia es excesiva el alumno se desmotiva
porque cree que no tiene posibilidades de asimilarlo o de atribuir significado
al nuevo aprendizaje, y si la exigencia del profesor persiste puede generar
ansiedad en el estudiante. Si la distancia es mínima también se produce un
efecto de desmotivación porque el alumno ya conoce, en su mayor parte, el nuevo
material a aprender y se aburre.
Desde
la concepción constructivista del aprendizaje se asume que el aprendizaje
significativo es en sí mismo motivador porque el alumno disfruta realizando la
tarea o trabajando esos nuevos contenidos (en contraposición al aprendizaje
mecánico o memorístico), pues entiende lo que se le enseña y le encuentra
sentido. Cuando el estudiante disfruta realizando la tarea se genera una
motivación intrínseca donde pueden aflorar una variedad de emociones positivas
placenteras.
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